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Maridajes: Armonía de sabores en tu paladar

14 Sep 2015, Publicado por SevillaLaJarana en Vinos

Escoger el vino que debe acompañar cada una de nuestras comidas es una tarea delicada, pero si sabemos cómo hacerlo, seremos capaces potenciar los sabores del plato y disfrutar de un bocado exquisito.

Tradicionalmente, nos hemos dejado guiar por las coletillas de «blanco con pescado y tinto con carne», pero actualmente son muchos expertos sumilleres los que nos aconsejan ir más allá e indagar en otros aspectos, como son el proceso de elaboración del plato y la variedad de uva de nuestro vino. Aunque no hay combinaciones absolutas, ya que cada paladar demanda gustos diferentes, sí que existen simbiosis con muy buena acogida entre los amantes del vino y la buena comida.

Si nos guiamos por el contraste dulce y amargo, encontramos en los vinos dulces o de postres, el complemento ideal de los con los alimentos salados; la dulzura dura menos en el paladar, pero es sencilla de combinar a través de vinos que sean menos dulces que el plato, para evitar que se pierda el gusto de estos. Es el caso de vinos de postre, como nuestro P.X. San Emilio. Sin embargo, los sabores amargos duran más y pueden cubrir la acidez del vino; por ello, una buena opción es combinar productos como la rúcula, con tintos jóvenes.

En una aproximación a sabores más concretos, cada categoría de alimento contiene sus peculiaridades. Si lo nuestro es la carne, al decantarnos por las rojas como el entrecot, acompañaremos con grandes vinos de crianza o reserva, como puede ser un Protos crianza; si en cambio elegimos las blancas tales como cerdo o cordero, dado que su sabor es más suave, habríamos de elegir vinos menos robustos, como un Chardonnay; sin embargo, en el caso del pollo, nos guiaremos más por la manera de preparación que nos aportará el carácter del plato, para escoger el vino adecuado.

Cuando el pescado es el protagonista, no es indispensable elegir vino blanco; aunque vinos como el Zarate son aconsejables con el marisco y los pescados blancos, un plato de bonito puede acompañarse de un rosado, como nuestro Eora, y uno de salmón, de un tinto.

Si nos apartamos de la dicotomía tradicional a la hora de acompañar con vino nuestras comidas, también podremos disfrutar de un buen vino con la pasta; en el caso de escoger pasta fresca con salsas cremosas, un blanco casa a la perfección; pero si se trata de un fondo con tomate, como una boloñesa, tomaremos preferiblemente un tinto joven.

Con todo, la mejor manera de descubrir la fórmula que cautive nuestros sentidos es desarrollar un criterio propio; aunque si no conseguimos dominarlo, siempre podremos dejarnos aconsejar por profesionales como con los que contamos en nuestro restaurante.

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